sábado, 31 de marzo de 2012

¡No estoy vencida!



Foto: Nicholas D. Kristof / The New York Times
No quiero dar pena,
sólo quiero vivir en paz.
Mis heridas cicatrizarán.
Sólo quiero volver a mi hogar.

No siento vergüenza,
sólo quiero justicia.
Mi voz es mi fuerza;
¡no estoy vencida!

No quiero caridad,
sino consuelo.
Donde sólo hay violencia,
¿encontraré compasión?








Chance Tombola, 9 años, y su tía, Jeanne Birengenyi, 34 años, son ambas unas más de las innumerables víctimas de violación en la guerra en el Congo oriental. Los padres de Chance fueron asesinados en la guerra,igual que el marido de Jeanne. Teniendo en cuenta el estigma que rodea a la violación en el Congo, ellas mostraron una gran valentía al hablar de sus experiencias.

domingo, 18 de marzo de 2012

Acortar distancias


Los medios de transporte han acortado la distancia entre los pueblos y ciudades de este mundo global.
Las tecnologías de la información y la comunicación han acortado la distancia en la transmisión de información.
El progreso científico y tecnológico ha acortado la distancia entre nuestro Planeta y el universo.
Sin embargo, hay algo en lo que el ser humano aún no ha dado un salto histórico como el que se ha dado en otros aspectos de la ciencia y la tecnología en la edad moderna. Me refiero a la distancia mental existente entre el bienestar de unos pocos y el sufrimiento de una inmensa mayoría.
Acortamos distancias en la medida que conseguimos conectar de forma más rápida, ágil y sencilla. Hoy en día podemos cruzar un océano en horas, y conocer lo que ocurre en nuestras antípodas con un sólo click.

No obstante, el sufrimiento ajeno sólo lo experimentamos y lo compartimos cuando lo sentimos muy cerca. Y sólo a través de la empatía se llega al compromiso y a la acción en la defensa de los otros con los que nos sentimos identificados. Y es precisamente esa identificación la que nos hace sentir en primera persona la amenaza que dispara nuestro compromiso.

Hemos encontrados medios y herramientas para conectar con los demás, por muy lejos físicamente que se encuentren. Pero sigue habiendo un distancia astronómica en la mente y los corazones de las personas. La distancia que permite a muchos vivir ajenos al sufrimiento de los demás, salvo en el caso de que la desgracia de estos afecte al bienestar de aquellos.

Sólo cuando salvemos esa distancia mental y emocional, fruto de un proceso de transformación individual, podremos hablar de un verdadero progreso de la humanidad. Quizá el mayor reto de la sociedad actual.

La tecnología ha cambiado la forma en la que nos conectamos con el mundo. La empatía cambiará el mundo.


El buen samaritano (según Delacroix) 1890 - Vincent van Gogh (1853-1890) Kröller-Müller Museum

miércoles, 7 de marzo de 2012

Una sociedad pseudopática

Una madre afgana y su hija pidiendo limosna en una calle de Kabul
© Mohammad Popal / IRIN

Si el cuerpo humano no fuese capaz de reconocer la enfermedad. Si el cerebro no identificase ninguna amenaza y no enviase señales de dolor o malestar físico; o sencillamente si omitiese los síntomas de una enfermedad, ¿cuál sería el resultado? Probablemente, la enfermedad se extendería por el organismo hasta conducirle a la muerte.

El cerebro humano se basa en los estímulos que percibe, en el aprendizaje, la experiencia y la cultura para tomar decisiones encaminadas a preservar la vida. Sin embargo, esa ruptura entre lo percibido y la realidad, lo que se conoce como pseudopatía, puede llevar justo a lo contrario, a la desaparición de la vida.

La sociedad actual se mueve en el terreno de la pseudopatía.

Una sociedad que ante amenazas sistémicas reales no percibe ninguna señal que le invite a actuar, o bien, omite dichas señales en la medida que su status quo no se ve especialmente afectado. Y en sentido contrario, una sociedad que se lamenta y se moviliza por problemas o acontecimientos fútiles

Una sociedad pseudopática sólo puede contribuir a aumentar la injusticia social y ambiental.

En la medida que conectamos nuestra percepción, libre de manipulaciones, con la realidad global que nos rodea, estaremos conectando con aquellos que sufren, haciendo nuestro su sufrimiento.

De la pseudopatía a la empatía: el camino que la sociedad debe recorrer acuciada por la crisis económica actual, pero sobre todo, por la crisis de valores que subyace en la sociedad moderna.



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