jueves, 27 de diciembre de 2012

El sonoro silencio de la multitud pacífica


Recuerdo un programa de televisión. Se titulaba "La Magia de David Copperfield". En una ocasión el famoso ilusionista hizo desaparecer la Estatua de la Libertad delante de la audiencia en directo en Liberty Island. Fue algo increíble. Un número de magia nunca visto. La mismísima Estatua de la Libertad se volvió invisible detrás de una gran cortina durante unos segundos ante la atónita mirada de los espectadores. ¿Premonitorio?

Casi 30 años después, gobiernos y grandes corporaciones multinacionales han conseguido mejorar este truco de la invisibilidad  dejando atónita a la sociedad civil en su conjunto.

Millones de personas desplazadas por los conflictos bélicos, muchos de ellos propiciados por intereses geoestratégicos de gobiernos y multinacionales codiciosas y explotadoras de recursos naturales.
Millones de personas desempleadas, sin esperanza, al borde del abismo de la exclusión social.
Millones de trabajadores en precarias condiciones de trabajo con sueldos que no permiten una vida digna. Un efecto de la deslocalización, los acuerdos de libre comercio, y en general, de la globalización.
Millones de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza, mientras que una minoría vive en la opulencia.
Millones de personas desalojadas de sus hogares por no poder afrontar los pagos de sus créditos hipotecarios, frente a millones de casas vacías fruto de la burbuja inmobiliaria.

© Tommy Trenchard/IRIN

Apenas son noticia en los grandes medios de comunicación. Sólo una cifra más en las estadísticas. Sin tener en cuenta que cada uno de esos millones de personas vive una tragedia personal que no podemos ni debemos obviar.

Invisibles. Cubiertos por la cortina de la estadística. Cubiertos por la cortina del olvido. Desempleados y desahuciados que sólo son noticia cuando la única salida que encuentran es el suicidio. Desconocidos cuyas historias de miseria y sufrimiento sólo aparecen en las portadas cuando la muerte, el hambre, la sed o los abusos sexuales visitan los campos de refugiados.

Pero igual que la Estatua de la Libertad volvió a aparecer al apartar la cortina por segunda vez, me pregunto qué tienen que hacer los desfavorecidos del mundo para hacer visible su terrible situación. Quizá, igual que los protagonistas de la película española "Los lunes al sol" (un grupo de desempleados que cada lunes se reúnen tumbados al sol para compartir sus vidas, sus historias, sus esperanzas, sus frustraciones y sus miedos...), deberíamos instaurar a nivel global los "Lunes de los invisibles". Un día a la semana para que los más desfavorecidos aparezcan ante los ojos de la sociedad, ante los ojos de los parlamentarios elegidos democráticamente. Un día para dejar de ser invisibles, reunidos en las plazas y espacios públicos de nuestros pueblos y ciudades.
Porque antes de que el capitalismo neoliberal secuestre las libertades y la soberanía del pueblo, haciéndolas desaparecer cual ilusionista famoso, es necesario que el propio pueblo tome las riendas de su destino y aparte las cortinas que ocultan a las víctimas del sistema.

Los "Lunes de los invisibles", sin rabia, sin rencor, sin odio, sin soflamas. Sólo un día para recordar a nuestros representantes políticos y a la sociedad en general que la soberanía reside en el pueblo. Y también para hacer visible la tragedia humana que sufren en silencio millones de personas, pero con la esperanza de que otro mundo es posible.


"A veces no se ve nada en la superficie, pero por debajo de ella todo está ardiendo"
Y.B. Mangunwijaya


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sábado, 17 de noviembre de 2012

La traición de los poderes


Margaret Bourke-White—Time & Life Pictures/Getty Images


Los tres poderes tradicionales del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial.
El cuarto poder: los medios de comunicación
El quinto, el sexto poder...

Poderes y contrapoderes en esencia formulados para proteger al hombre de otros hombres y al hombre del Estado.
Pero cuando los poderes tradicionales son atravesados transversalmente por el poder económico global, ¿quién protege a los hombres de la codicia de los mercados?
 
Los poderes tradicionales y los grandes medios de comunicación han traicionado a la sociedad. Deliberadamente, cediendo paso a los poderes económicos en su avance global. Permitiendo la injusticia social y ecológica. Aumentando la brecha entre ricos y pobres. Connivencia de poderes.

Poder - Contrapoder.
Acción - Reacción.
Connivencia - RESISTENCIA!!

Cuando los poderes económicos han desequilibrado la balanza en su estrategia ultra-neoliberal y globalizadora, sólo el pueblo puede erigirse en el contrapoder que recupere o conquiste derechos y libertades.

No se trata de aspirar a la recuperación del manido estado de bienestar de las democracias europeas, sino de proclamar y exigir justicia social y ecológica para todos los pueblos del Mundo. Un nuevo modelo económico, político y social basado en la solidaridad, en la cultura y en la interculturalidad, en el decrecimiento que devuelva el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, y entre los propios seres humanos.

"Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit."
(Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro)
Plauto (254 a.c. -184 a.c.)

 
"Homo homini lupus"
(El hombre es un lobo para el hombre)
Thomas Hobbes (1588 - 1679)


"El capitalismo es un lobo para el ser humano y la naturaleza."


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miércoles, 17 de octubre de 2012

Maldita estadística

(EN)





¿Eres uno de los 10,55 millones de refugiados en el mundo?
¿Eres uno de los 14,7 millones de desplazados internos (IDP) que han abandonado sus hogares?
¿Tienes entre 15 y 24 años y no encuentras trabajo? Puede que seas uno de los 75 millones de jóvenes desempleados en el mundo.
¿Tienes hijos o hijas en edad escolar que no asisten a la escuela? Hay 61 millones de niños y niñas en edad de asistir a la escuela primaria sin escolarizar.
¿Eres mujer y tienes entre 20 y 24 años? Entonces, puede que ya estés casada y que seas una de los 70 millones de mujeres casadas antes de cumplir los 18 años. ¿Te casaste más joven aún? Pues hay 23 millones de mujeres casadas antes de cumplir 15.
¿Disfrutas de una alimentación rica y variada que permita tu desarrollo físico y mental? La malnutrición crónica la sufren 870 millones de personas en el mundo.
¿Eres una de los 2.000 millones de personas que sobreviven con menos de 2$ al día?

Teniendo en cuenta que la población mundial es de 7.000 millones de personas, es bastante probable que seas afortunado (estadísticamente hablando) y que  formes parte solamente de alguno, o mejor incluso, de ninguno de los grupos anteriores.

¡Maldita estadística! El problema siempre es de otro.

Y precisamente, esos “otros” millones de seres humanos son los más vulnerables. Viven sus vidas con la resignación del que espera tiempos mejores, a sabiendas de que les faltan fuerzas y recursos, y les sobran miseria y sufrimiento.

No esperemos que los débiles, por si mismos, se levanten y luchen por las conquistas sociales que los poderosos les niegan.
No esperemos que los poderosos, por si mismos, repartan sus crecientes riquezas, pues de crisis y pobreza se alimentan sus fortunas.

El futuro que queremos está en manos de aquellos que no son causa ni parte del problema. De aquellos que aún pueden conquistar nuevos terrenos sociales, hacia un mundo más solidario, con un reparto más equitativo de la riqueza y mayor justicia social y ambiental. De aquellos que pueden empoderar a los más débiles y debilitar a los poderosos.

De nuevo, la estadística no engaña: Una inmensa mayoría de la población mundial somos parte de la solución. Sólo nuestra firme voluntad de cambiar las cosas puede conseguir otro mundo posible.

Las cosas no cambian;  nosotros cambiamos.
Henry David Thoreau.


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lunes, 24 de septiembre de 2012

Protegiendo a los inocentes


Ya no explotarán más bombas.
Ni un sólo disparo podrá desvelarte.
No más llantos ni gritos.
Nadie profanará nuestro hogar.

Duerme tranquila, cariño.
Duerme sin miedo.
Acurrucada en mi pecho, mis dedos entre sus rizos.
Duerme en paz, solo hay luna y estrellas en el cielo.

Suspira...
Y cada suspiro,
una bocanada de aire fresco
que anima a seguir en la lucha;
aires de revolución.
En medio de tanto horror y miseria,
LA ESPERANZA



"A medida que los ojos del mundo se centran en la creciente violencia en Siria, no debemos pasar por alto el hecho de que los niños, que no son responsables de esta tragedia, están pagando un precio muy alto. Los niños están perdiendo sus vidas, perdiendo sus hogares, perdiendo a sus padres y perdiendo su escolaridad."

Anthony Lake - Director Ejecutivo de UNICEF


"Los niños que huyen de la violencia en Siria se encuentran en riesgo de sufrir problemas psicológicos a largo plazo sin la atención adecuada"
"Ahora mismo, los espacios habilitados en Za'atari tienen capacidad para unos 2.500 niños. En sólo unos meses, se espera que alrededor de 35.000 niños estén en el campamento, por lo que es urgente proporcionar más lugares seguros y otro tipo de servicios para proteger a estos niños que ya han sido expuestos a mucho sufrimiento".

Dominique Hyde, representante de UNICEF en Jordania


Pero no sólo los  conflictos armados golpean a la infancia, también lo hacen las medidas de austeridad adoptadas por gobiernos europeos como el Español en respuesta a la crisis económica, tal y como se recoge en el informe de UNICEF "La infancia en España 2012-2013: El impacto de la crisis en los niños".

En España, 2,2 millones de niños viven en hogares por debajo del umbral de la pobreza, un 10% más que en 2008.


Protejamos a los inocentes, porque ellos son nuestra única esperanza.


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viernes, 31 de agosto de 2012

Reductio ad absurdum

(EN)


Una niña siria llora por no poder cruzar la frontera turca. / ARIS MESSINIS (AFP)

El mundo actual es incomprensible.
Cualquier información está disponible casi de forma instantánea.
Una explosión informativa cuya onda expansiva aturde nuestros sentidos. Una luz cegadora que nos impide ver lo fundamental, y un pitido ensordecedor que anula nuestros pensamientos.
Medios de comunicación masivos que infunden temor, polarizan a la sociedad, y nos invitan a consumir de manera desenfrenada.
Cualquier intento de resistencia, pensamiento crítico o desobediencia civil es obviado o aniquilado bajo la atenta mirada de la ciega justicia.
Píldoras somníferas de información para adormecer a la sociedad.
Curiosidades informativas para desviar la atención.
Sesudos informes para manipular la opinión pública.
Románticos paisajes irreales en el mundo de la publicidad que incitan a consumir en pos de la felicidad individual.
Amenazas surrealistas de enemigos ficticios cuyo único propósito es satisfacer las ansias bélicas de la industria armamentística y la codicia corporativa.

En medio de esa luz cegadora, aturdido aún por explosión, consigo ver a alguien que sufre y necesita ayuda; un llanto apenas audible en medio de la confusión informativa.

¿Qué más hay que entender?


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domingo, 22 de julio de 2012

Competencia solidaria


Según un reciente estudio impulsado por unas 25 ENLs y organizado por la Asociación Española de Fundraising, de la población encuestada, aproximadamente 1 millón de personas, el 84% se interesa por el sufrimiento en el resto del mundo e intenta actuar. Un 67% sufre al ver injusticias y tragedias. Y un 86% se siente aliviado, menos culpable, orgulloso e incluso más motivado e inspirado para vivir cuando hace una donación o ayuda a los demás.

Igual que las marcas nos transmiten a través del marketing una idea, una filosofía, una forma de vida que nos identifica con aquello que consumimos, en el mercado de la solidaridad, muchas de las grandes ONGs y Agencias de la ONU se han transformado en marcas registradas cuyo producto es tan etéreo como la felicidad por ayudar a los más vulnerables y necesitados. Grandes multinacionales de la solidaridad y la cooperación internacional que se apoyan sobre el terreno en otras entidades para desarrollar sus proyectos. Un modelo equivalente al de las grandes marcas comerciales que centran su negocio en potenciar dicha marca, y deslocalizan su producción a países del sur con regulaciones laborales, medioambientales y fiscales más laxas que en el norte. Modelos similares, motivaciones y objetivos opuestos.

Paradójico pensar que los habitantes del norte, rico y poderoso, donde la abundancia es la norma y no la excepción, necesiten comprar la "felicidad de ayudar a los demás" a costa de aliviar el sufrimiento de millones de habitantes de un sur empobrecido.

En general, podría decirse que toda ayuda es insuficiente, y gracias a los proyectos de esas ONGs y Agencias de la ONU, millones de personas aún tienen algo de esperanza. Pero, ¿y si lo que falla es el modelo? ¿Qué capacidad tienen las grandes ENLs para competir en el mundo de las marcas comerciales por la captación de fondos frente a gigantes que destinan millones de $ en publicidad para vender "la felicidad del consumo"?

¿Por qué necesitamos comprar felicidad los ricos habitantes del norte? ¿No es acaso el mismo sistema capitalista el que genera un reparto de la riqueza cada vez más desigual? ¿Y no es ese reparto desigual de riqueza entre norte y sur, entre el norte y su periferia, la fuente de la infelicidad y el sufrimiento de miles de millones de seres humanos que habitamos este planeta?


En la lucha contra la pobreza, teniendo en cuenta la escasez de los recursos dedicados a ello y la competencia por conseguirlos, olvidamos a menudo que el esfuerzo voluntarista de miles y miles de personas comprometidas jamás podrá superar el verdadero obstáculo para erradicarla: la codicia.

Por ello, ¿no es la lucha contra la acumulación de riqueza la mejor manera de erradicar la pobreza? La crisis económica mundial que vivimos desde el año 2008 ha sido el catalizador de movimientos de indignación global en contra de las teorías neoliberales que ahondan en la desigualdad y la injusticia social y ambiental. ¿Serán estos movimientos de indignados y occupiers los detonantes de un cambio de modelo a escala planetaria? Un modelo menos individualista y competitivo en el que prime el bienestar general. Una nueva generación de ciudadanía solidaria y socialmente responsable que reclame a sus gobiernos mayor esfuerzo en transparencia, educación, sanidad y protección social. Espero que sí.

Somos el 99%.


© Jaspreet Kindra/IRIN

jueves, 21 de junio de 2012

Condenados a elegir


Una valla publicitaria promoviendo la paz en Kotido District en Uganda
© Khristopher Carlson/IRIN


Violencia física, violencia psicológica, violencia de género, maltrato infantil, violencia tribal, violencia sectaria, violencia financiera, violencia terrorista, violencia policial, violencia armada, tortura, violencia entre bandas, violencia en el deporte, abuso sexual, tráfico de personas, violencia contra el medio ambiente, contra la biodiversidad, esclavitud, pobreza, hambre...

¿Cuantas formas de violencia nos rodean en este mundo global en el que co-existimos 7.000 millones de seres humanos?
¿Es posible un mundo en paz?

Sin duda, la respuesta a esta última pregunta es no.

Entonces ¿qué esperanza nos queda? ¿Qué dejaremos a las futuras generaciones? ¿Un mundo abocado a la auto-destrucción?

Resignarnos a ese destino plantea una existencia condenada a la esclavitud en lugar de a la libertad. Pues si como decía J.P. Sartre, "el ser humano está condenado a la libertad", sólo la esperanza, y un cambio en la actitud individual puede corregir ese fatal destino. En la medida que estamos condenados a elegir, que sea la no violencia nuestra elección.

Pensemos que la paz no es un fin en sí mismo, sino una actitud frente a la vida. Una actitud de intolerancia a la violencia y al abuso, y de compasión por el que sufre.

La paz como objetivo y actitud vital. La esperanza como motor. A través de la interculturalidad hacia la no violencia.


miércoles, 30 de mayo de 2012

Si tuviera un hijo, se parecería a Shafiq


  • Desde que estalló la revuelta en Siria en marzo de 2011, la ONU calcula que han muerto más de 10.000 personas.
  • Según la Procuraduría General de la República, en México hubo 12.903 asesinatos desde enero hasta el 30 de Septiembre de 2011.
  • En Guatemala hubo 6.187 asesinatos en 2011, según el Instituto Nacional de Ciencias Forenses.
  • Se registraron 19.336 asesinatos en 2011 en Venezuela según el Observatorio Venezolano de Violencia.
  • En Brasil hay una media de 36.300 muertes violentas al año según se recoge en el Mapa de Violencia del Ministerio de Justicia
  • Más de 29.000 menores de 5 años murieron de hambre en Somalia tan sólo en tres meses según la ONU.

¿Es más cruenta la guerra contra el "narco" que la revolución Siria? ¿Es el hambre más letal que cualquier ejército despiadado? ¿Es la violencia en Brasil más mortífera que cualquier conflicto armado? ¿Qué cifra nos estremece más?

Inútil responder.

Las cifras nos aíslan de la verdadera magnitud de la tragedia: la magnitud humana, el dolor de las miles de familias y amigos que han perdido a un ser querido.

La muerte de Trayvon Martin, un adolescente afroamericano que murió de un disparo de un vigilante voluntario en Sanford, Florida, cuando salía de comprar pastillas de goma, conmovió a los EEUU. Por todo el país hubo manifestaciones pidiendo justicia y apoyando a la familia de Trayvon. Hasta el mismo presidente Obama declaró que si tuviese un hijo, se parecería a este chico.

La muerte de Shafiq, un adolescente sirio residente en la ciudad de Hula, que falleció de un disparo en la cabeza por un hombre con uniforme militar, no puede acabar siendo un asesinato más en la larga lista de muertes violentas que se producen a diario en nuestro mundo.

Porque en la medida que una víctima queda reducida a un simple número, no puede haber verdad, memoria, justicia y reparación. Por eso, al igual que con Trayvon, si yo tuviese un hijo, también se parecería a Shafiq.

Digámosle al mundo entero que Shafiq, o Trayvon, o cualquiera de los menores muertos de forma violenta no son un simple número que engrosa las estadísticas, son nuestros hijos e hijas, a los que recordamos cada día y para los que pedimos justicia. Ayúdanos a mantener viva la memoria de las víctimas.

Usa los botones al final del post para compartirlo con tus amig@s en Twitter (no olvides añadir el hashtag #MiArmaEsLaPAZ #PromueveActivismo),  o en Facebook. Y si no estás en las redes sociales, envíalo por correo.

Descarga el póster de la campaña >>  UN millón de tweets para DETENER la violencia
o bien,

Photo by Mario Tama/Getty Images

domingo, 20 de mayo de 2012

Intolerancia y progreso social


El tráfico de armas, el tráfico de personas, el tráfico de órganos, el tráfico de drogas.
La esclavitud laboral, la esclavitud sexual, el trabajo infantil, el trabajo forzado.
Los conflictos armados, las torturas, las violaciones, las mutilaciones, los desplazamientos de personas, los campos de refugiados.
La malnutrición, las enfermedades prevenibles, la mortalidad materno-infantil.
La violencia de género, la discriminación, el apartheid, el abuso sexual, el maltrato infantil.
El paro, el abandono escolar, la falta de escolarización.
La crisis sistémica, el desmantelamiento del estado del bienestar.
La pobreza, la falta de oportunidades.

Nada de esto es una plaga fatal que la Providencia o el Destino nos envía.
Tan sólo codicia, fanatismo, corrupción, prejuicios, miedos, costumbres de una sociedad patriarcal e intolerante. Todas ellas, cualidades humanas que son fuente de las mayores desgracias de la humanidad.

Y si son cualidades humanas las que están detrás de tan graves injusticias sociales y ambientales, ¿no cabría esperar que las cualidades opuestas cambiasen el paso de este mundo?

Si la tolerancia es fuente de progreso, también puede ser fuente de injusticia, pues todos y todas, en nuestro entorno, presenciamos y sufrimos, con cierta tolerancia, la corrupción, la codicia, los prejuicios y muchos otras cualidades poco virtuosas propias de nosotros mismos y de aquellos que comparten nuestra existencia. Testigos mudos de las micro-plagas humanas que asolan globalmente nuestro mundo.

Así pues, ¿no deberíamos aplicar a nuestro entorno una intolerancia racional y crítica? Intolerancia hacia la codicia, los prejuicios, los miedos, las costumbres, el patriarcado y el fanatismo. Una intolerancia combativa, militante, pacífica, comprometida, solidaria.

La indignación nació en la Primavera Árabe, reclamando justicia, democracia y libertad. La intolerancia racional y pacífica supondrá un cambio en nuestra escala de valores, aplicada a cada paso en nuestra vida cotidiana, en pro de una sociedad mas justa e igualitaria.

Cristianos ortodoxos celebran la Pascua en un servicio nocturno en St Georges Church Bahir Dar, Etiopía © Guy Oliver / IRIN

lunes, 30 de abril de 2012

Consumption fair

Photograph by Mert Alas and Marcus Piggott.

Mientras que la vanidad y la arrogancia encuentren justificaciones, la solidaridad sólo encontrará excusas.

¿Competir o cooperar?
¿Consumir o reducir?
¿Desaprovechar o reutilizar?
¿Desechar o reciclar?

¿Puede un cambio en nuestros hábitos de consumo contribuir a una mayor justicia social y ambiental?

Si crisis es sinónimo de cambio, quizá sea este el momento histórico de un cambio de ciclo. El momento de tomar conciencia individual de que la existencia sólo tiene sentido si la compartimos con nuestros vecinos en esta aldea global. Que la soberbia, el individualismo y la competitividad son señas de identidad de un sistema en decadencia que sólo beneficia a una oligarquía. Que la codicia de dicha oligarquía se alimenta de nuestras vanidades. Y nuestras vanidades no son más que vacío, injusticia, irracionalidad, presunción y orgullo.

Transformar el consumo para satisfacer necesidades en lugar de vanidades. Consumir para transformar.


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viernes, 20 de abril de 2012

Made in Bangladesh


Consumir (del Latín consumĕre) significa destruir, extinguir, gastar.

Si cada acto de consumo es un acto de destrucción, que contribuye a agotar o a extinguir los recursos de este planeta, ¿no deberíamos ser los consumidores cada vez más y más conscientes del impacto social y ambiental de cada una de nuestras acciones?

Bajo esta perspectiva, la pulcritud y asepsia de los mercados internacionales de materias primas y de las multinacionales que las transforman y distribuyen, aíslan y exculpan a los consumidores de su grave responsabilidad bajo el pretexto de la competencia, las modas y los avances tecnológicos.

El etiquetado de los productos que se comercializan tiene como finalidad garantizar una información adecuada a los consumidores, y no por ser adecuada es suficiente. Y por insuficiente es engañosa, porque informa adecuadamente de la composición detallada del producto, pero omite aspectos relevantes sobre cómo se aprovisiona de materias primas, cómo se fabrica y cómo se distribuye, y bajo qué condiciones.

Porque en un mundo globalizado en el que la libre circulación de capitales favorece los intereses de mercados y transnacionales, los consumidores no podemos permanecer ajenos a dicha globalización y al impacto que tiene en nuestras vidas y las de millones personas que trabajan en condiciones de trabajo forzoso, sometidas a discriminación, sin protección social, sin libertad sindical, en condiciones insalubres y realizando actividades peligrosas sin apenas medidas de seguridad. Según la OIT,  hay al menos 12,3 millones de personas atrapadas en el trabajo forzoso y unos 215 millones de niños que trabajan en el mundo, muchos a tiempo completo.

La deslocalización de la producción, fruto de la globalización y la libre circulación de capitales, permite sobre todo a las grandes multinacionales aumentar sus beneficios a costa de explotar a los trabajadores y agredir el medio ambiente en países con leyes laborales y ambientales más laxas que en USA y UE. La falta de control y auditoría de los códigos de conducta aplicables en los países de destino, recogidos en los compromisos de responsabilidad corporativa de muchas multinacionales,  favorece la precariedad laboral y el deterioro medioambiental en un marco de competencia y libre mercado.

La estrategia de aislar cada elemento de la cadena productiva, desde la obtención de la materia prima hasta que llega al consumidor final, sólo beneficia a los mercados y transnacionales, mientras que cada eslabón de la cadena puede encogerse de hombros ante los abusos cometidos durante los estadios anteriores de la producción, aduciendo que no son responsables de ellos, o bien que desconocían que estos se hubiesen producido. En este punto, el eslabón que está al final de la cadena, el consumidor, no puede permanecer impasible ante un sin fin de abusos que se cometen a cada paso durante la producción y distribución de los bienes y servicios, mientras que los individuos más vulnerables de la cadena de producción sufren las peores consecuencias de un sistema orientado a que las grandes multinacionales produzcan a menor coste, aumentando sus beneficios, y que los consumidores obtengan sus productos y servicios a un menor precio.

Frente a una producción deslocalizada, predadora y deshumanizada solo cabe un consumo desglobalizado, crítico, responsable, consciente, justo, sostenible y respetuoso con los derechos humanos, basado en principios de igualdad, equidad y no discriminación.


Trabajadoras de la Confección: Condiciones de vida en Bangladesh - Fotos de Taslima Akhter - Clean Clothes Campaign

Najma Akhter, de 23 años, está deprimida después de que ella tuvo que dejar su trabajo en una fábrica de suéteres para cuidar de su bebé recién nacido. A pesar de que está obligado por ley, la fábrica no aportó una guardería para los niños. Najma comenzó a trabajar en la fábrica de ropa cinco meses después del parto. Pero cuando ella no tuvo la oportunidad de amamantar a su hijo durante más de 5-6 horas, no pudo soportar el dolor por mucho tiempo. Después de un breve periodo de tiempo se decidió a salir de la fábrica. Agosto de 2009, en Dhaka, Bangladesh.


Estos niños pasan tiempo a solas mientras su madre está fuera trabajando en la fábrica de ropa. Ellos tienen que ayudar con las tareas del hogar como cocinar o cuidar de sus hermanos menores. Agosto de 2009, en Dhaka, Bangladesh.


Najma Akhter, de 23 años, y toda su familia - sus hijos, sus padres y sus hermanos- duermen en su casa. En total, 11 miembros de la familia comparten esta único cuarto. Agosto de 2009, en Dhaka, Bangladesh.









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martes, 10 de abril de 2012

Identidades falsas de una existencia vacía


© Quino
¡Menos mal que el mundo arde siempre por otro lado!
Acumulación individual de riqueza = Estatus

Estatus = Aceptación social

Aceptación social = Prestigio

Prestigio = Fama

Fama = Éxito

Éxito = Felicidad

Felicidad = Libertad

Libertad = Impunidad

Impunidad = Poder

Poder = Acumulación individual de riqueza



Identidades que la publicidad y los medios de comunicación convierten en globalmente ciertas a base de repetirlas una y otra vez. Falacias de una sociedad consumista cuyo mayor beneficiario es el capitalismo egoísta y codicioso.

Nos identificamos con las imágenes irreales de éxito, felicidad y bienestar basadas en la acumulación de riqueza, sin percatarnos que el vacío de nuestra existencia jamás lo llenará ningún objeto material.

Y sólo cuando verdaderamente vaciemos nuestra existencia, podremos descubrir que ese vacío se puede llenar con la fuente inagotable de la cultura, que a la larga es lo que definitivamente nos hace libres.


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sábado, 31 de marzo de 2012

¡No estoy vencida!



Foto: Nicholas D. Kristof / The New York Times
No quiero dar pena,
sólo quiero vivir en paz.
Mis heridas cicatrizarán.
Sólo quiero volver a mi hogar.

No siento vergüenza,
sólo quiero justicia.
Mi voz es mi fuerza;
¡no estoy vencida!

No quiero caridad,
sino consuelo.
Donde sólo hay violencia,
¿encontraré compasión?








Chance Tombola, 9 años, y su tía, Jeanne Birengenyi, 34 años, son ambas unas más de las innumerables víctimas de violación en la guerra en el Congo oriental. Los padres de Chance fueron asesinados en la guerra,igual que el marido de Jeanne. Teniendo en cuenta el estigma que rodea a la violación en el Congo, ellas mostraron una gran valentía al hablar de sus experiencias.

domingo, 18 de marzo de 2012

Acortar distancias


Los medios de transporte han acortado la distancia entre los pueblos y ciudades de este mundo global.
Las tecnologías de la información y la comunicación han acortado la distancia en la transmisión de información.
El progreso científico y tecnológico ha acortado la distancia entre nuestro Planeta y el universo.
Sin embargo, hay algo en lo que el ser humano aún no ha dado un salto histórico como el que se ha dado en otros aspectos de la ciencia y la tecnología en la edad moderna. Me refiero a la distancia mental existente entre el bienestar de unos pocos y el sufrimiento de una inmensa mayoría.
Acortamos distancias en la medida que conseguimos conectar de forma más rápida, ágil y sencilla. Hoy en día podemos cruzar un océano en horas, y conocer lo que ocurre en nuestras antípodas con un sólo click.

No obstante, el sufrimiento ajeno sólo lo experimentamos y lo compartimos cuando lo sentimos muy cerca. Y sólo a través de la empatía se llega al compromiso y a la acción en la defensa de los otros con los que nos sentimos identificados. Y es precisamente esa identificación la que nos hace sentir en primera persona la amenaza que dispara nuestro compromiso.

Hemos encontrados medios y herramientas para conectar con los demás, por muy lejos físicamente que se encuentren. Pero sigue habiendo un distancia astronómica en la mente y los corazones de las personas. La distancia que permite a muchos vivir ajenos al sufrimiento de los demás, salvo en el caso de que la desgracia de estos afecte al bienestar de aquellos.

Sólo cuando salvemos esa distancia mental y emocional, fruto de un proceso de transformación individual, podremos hablar de un verdadero progreso de la humanidad. Quizá el mayor reto de la sociedad actual.

La tecnología ha cambiado la forma en la que nos conectamos con el mundo. La empatía cambiará el mundo.


El buen samaritano (según Delacroix) 1890 - Vincent van Gogh (1853-1890) Kröller-Müller Museum

miércoles, 7 de marzo de 2012

Una sociedad pseudopática

Una madre afgana y su hija pidiendo limosna en una calle de Kabul
© Mohammad Popal / IRIN

Si el cuerpo humano no fuese capaz de reconocer la enfermedad. Si el cerebro no identificase ninguna amenaza y no enviase señales de dolor o malestar físico; o sencillamente si omitiese los síntomas de una enfermedad, ¿cuál sería el resultado? Probablemente, la enfermedad se extendería por el organismo hasta conducirle a la muerte.

El cerebro humano se basa en los estímulos que percibe, en el aprendizaje, la experiencia y la cultura para tomar decisiones encaminadas a preservar la vida. Sin embargo, esa ruptura entre lo percibido y la realidad, lo que se conoce como pseudopatía, puede llevar justo a lo contrario, a la desaparición de la vida.

La sociedad actual se mueve en el terreno de la pseudopatía.

Una sociedad que ante amenazas sistémicas reales no percibe ninguna señal que le invite a actuar, o bien, omite dichas señales en la medida que su status quo no se ve especialmente afectado. Y en sentido contrario, una sociedad que se lamenta y se moviliza por problemas o acontecimientos fútiles

Una sociedad pseudopática sólo puede contribuir a aumentar la injusticia social y ambiental.

En la medida que conectamos nuestra percepción, libre de manipulaciones, con la realidad global que nos rodea, estaremos conectando con aquellos que sufren, haciendo nuestro su sufrimiento.

De la pseudopatía a la empatía: el camino que la sociedad debe recorrer acuciada por la crisis económica actual, pero sobre todo, por la crisis de valores que subyace en la sociedad moderna.



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martes, 21 de febrero de 2012

Tres edades


Esperar la muerte abrazados, protegiéndose los unos a los otros, consolando a los más pequeños, que lloran aterrorizados por el estruendo de las bombas.
Quizá esa explosión, que se escuchó tan cerca, podría haberles matado, pero no hay espacio ni tiempo para la alegría o el lamento, sólo el miedo y la desesperanza.

Una madre que llora y se abraza a sus seres queridos, buscando consuelo a su dolor desgarrado, al ver que su hijo agoniza en la camilla de un improvisado hospital, sin apenas medios para curarle.

Unos padres que abrazan el cuerpo inerte de su hija violada, torturada y asesinada, que salió de casa con la esperanza de la libertad para quedar cautiva en los brazos de la muerte.

Unos hijos y una madre que se abrazan llorando la muerte del padre y marido por una bala perdida de un conflicto sin rumbo.

Sólo violencia, destrucción, odio, venganza y muerte: las señas inequívocas de una revolución convertida en guerra civil en la que las mujeres y los niñ@s se llevan la peor parte.

Y con el paso del tiempo, ¿qué habrá quedado después de tanto sufrimiento? De nuevo el abrazo. El abrazo de un pueblo que se reconcilia, que olvida el rencor y busca paz y justicia. 

Una historia de abrazos. Una historia de vida y de muerte que se repite generación tras generación, en un ciclo natural que los conflictos armados alteran, aumentando el sufrimiento y el dolor de aquellos que los viven.

Paz y justicia, aspiración ineluctable de los pueblos. Que nadie pervierta ese deseo; ni jueces ni gobiernos.


Las tres edades (1905) - Klimt (1862-1918) - Copyright 2010 Soprintendenza alla Galleria nazionale d'arte moderna e contemporanea.


miércoles, 1 de febrero de 2012

Relaciones de poder


En un mundo enfermo de codicia y hedonismo, ONGs, activistas, movimientos sociales, Occupy, indignad@s y, en general, millones de personas militantes y comprometidas luchan día a día contra los síntomas de esta enfermedad.

Los más vulnerables del planeta, especialmente mujeres y niñ@s se llevan la peor parte, sufriendo más que ningún habitante las consecuencias de la desigualdad social, de los conflictos armados, de la injusticia y la discriminación.

Un mundo basado en relaciones de poder: el poder que dan las armas, el poder que da el capital.

Pueblos sometidos por la fuerza de las armas y por el interés del capital.

Pueblos desamparados por sus gobiernos y por la comunidad internacional.

Comercio de armas y paraísos fiscales: un círculo vicioso de muerte, violaciones, desplazamientos forzados, discriminación, exclusión, pobreza e injusticia social para el 99%. A la vez que un círculo virtuoso de poder, beneficios económicos e influencia política para el 1%.

Sólo factores externos serán capaces de romper este ciclo.  Millones de personas militantes y comprometidas luchan día a día contra los síntomas de la enfermedad, pero la cura definitiva depende de todos y cada uno de nosotros. Nosotros, el 99%, somos el factor externo que romperá el círculo vicioso en el que estamos inmersos.  

El cambio empieza en nosotros mismos, en la medida que nos convertimos en defensores de la justicia social y ecológica.


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jueves, 26 de enero de 2012

Una sociedad embrutecida


Cada derecho fundamental es una conquista.

A medida que perdemos derechos o permitimos que otros los pierdan o no los apliquen, avanzamos en el embrutecimiento de toda la sociedad en su conjunto.

Si la vida civil se rige por el derecho civil, que regula nuestras relaciones como individuos con nuestro semejantes dentro de una sociedad y con el Estado, y sólo por ser miembros de la familia humana tenemos derechos humanos universales, la pregunta es clara:

Las gentes cuyos derechos han sido pisoteados desde hace más de un siglo, desamparados, olvidados, rehenes de un conflicto armado que perdura merced a la codicia humana, ¿han dejado de ser civiles?, ¿han dejado de ser humanos?

Si Occidente no es capaz de ver ni un ápice de humanidad en las gentes del Congo para comprometerse en la defensa de sus derechos fundamentales, es que probablemente su codicia ha deshumanizado a las mujeres y niñas violadas, a los millones de víctimas de un genocidio, a los niños y niñas forzados a trabajar en condiciones de peligrosidad extrema, a los huérfanos, a los menores desnutridos, a los mutilados, a los secuestrados por las milicias, a las mujeres y niñas convertidas en esclavas sexuales, a los habitantes de pueblos saqueados, a los desplazados que huyen del conflicto, y en general, a los millones de víctimas inocentes del expolio del Congo.

A los ojos de las víctimas, es muy probable que quienes hayan perdido la condición de humanos sean los habitantes de Occidente, que tras más de cien años contemplando el sufrimiento de un pueblo, no ha sido capaz de reaccionar de manera rotunda para acabar con tal situación.

La violencia extrema, la pobreza absoluta, la injusticia y la ausencia de paz, tanto para el que las sufre como para el que las contempla en la distancia sin hacer nada por evitarlas, nos embrutecen a todos. Nos hacen menos civiles y menos humanos en la medida que nos apartamos de los considerandos en el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos.


Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana;  
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias;
 

Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión;
 

Considerando también esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones;
 

Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad;
 

Considerando que los Estados Miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre, y
 

Considerando que una concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor importancia para el pleno cumplimiento de dicho compromiso;
 

LA ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.


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domingo, 15 de enero de 2012

Historias robadas

Una familia fuera de su tienda de campaña en el campamento BadBado en Mogadiscio, Somalia
© Kate Holt / IRIN

Todos tenemos una historia que contar: nuestra propia historia.

La compartimos con nuestros amigos y con nuestros familiares. Cuando sufrimos, esperamos el consuelo de alguien cercano. Y los momentos felices, deseamos compartirlos con los que nos rodean. Una sucesión de momentos, felices y no tan felices, que componen nuestra vida.
Incluso la historia individual de cada uno de los millones de seres humanos que viven en la pobreza más absoluta es una sucesión de momentos compartidos, de consuelo, de penas y de alegrías, en definitiva la historia de una vida.

Y así también es la historia de los pueblos. Una historia que dura generaciones y que habla de épocas de prosperidad y de épocas de declive. De guerras y de paz. De justicia y de injusticia.  Con la única diferencia que la historia de los pueblos la escriben los gobernantes a través de los medios de comunicación, mientras que la historia personal la escribe cada individuo.

Nadie puede robarnos nuestra propia historia personal. Quizá, lo único que verdaderamente nos pertenece.

Sin embargo, hay pueblos cuya historia apenas aparece en los medios. 

Historias olvidadas de hambre, de miseria, de muerte, de violaciones, de esclavitud, de desalojos, o de explotación. Que sólo ocupan portadas cuando alcanzan niveles insospechados de crueldad.

¿Y qué es la historia de un pueblo sino la historia de sus gentes?

Mujeres y niñas que ocultan su rostro por la vergüenza de haber sido violadas. Su grito silencioso de rabia y dolor consecuencia de la impunidad de la que gozan sus atacantes.
Madres y padres que se desvelan por el cuidado de sus hijos desnutridos, que lloran sus muertes y abandonan sus destinos a la Divina Providencia.
Niños y niñas explotados, y a veces esclavizados, que sueñan con poder ir a la escuela, dejar atrás un pasado de trabajo, y prepararse para un futuro mejor.
Familias desalojadas de sus tierras, sin raíces y sin medios para ganarse la vida.
Comunidades enteras que huyen de los conflictos armados, recorriendo cientos de kilómetros hasta llegar a los campos de refugiados donde se hacinan miles de desplazados.

Millones de seres humanos desamparados con una historia que contar de los que apenas sabemos nada, sólo que también necesitan consuelo y compartir sus escasas alegrías.

Contar sus historias robadas, romper el silencio y sacarles del olvido es quizá la mejor forma de consolarles y de hacerles sentirse conectados con el mundo que les rodea, que de alguna manera ha contribuido a su historia y tiene una responsabilidad ineludible en cambiar sus destinos. Porque si un pueblo no puede contar su historia estará condenado al olvido y a la extinción.


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