El tráfico de armas, el tráfico de personas, el tráfico de órganos, el tráfico de drogas.
La esclavitud laboral, la esclavitud sexual, el trabajo infantil, el trabajo forzado.
Los conflictos armados, las torturas, las violaciones, las mutilaciones, los desplazamientos de personas, los campos de refugiados.
La malnutrición, las enfermedades prevenibles, la mortalidad materno-infantil.
La violencia de género, la discriminación, el apartheid, el abuso sexual, el maltrato infantil.
El paro, el abandono escolar, la falta de escolarización.
La crisis sistémica, el desmantelamiento del estado del bienestar.
La pobreza, la falta de oportunidades.
La esclavitud laboral, la esclavitud sexual, el trabajo infantil, el trabajo forzado.
Los conflictos armados, las torturas, las violaciones, las mutilaciones, los desplazamientos de personas, los campos de refugiados.
La malnutrición, las enfermedades prevenibles, la mortalidad materno-infantil.
La violencia de género, la discriminación, el apartheid, el abuso sexual, el maltrato infantil.
El paro, el abandono escolar, la falta de escolarización.
La crisis sistémica, el desmantelamiento del estado del bienestar.
La pobreza, la falta de oportunidades.
Nada de esto es una plaga fatal que la Providencia o el Destino nos envía.
Tan
sólo codicia, fanatismo, corrupción, prejuicios, miedos, costumbres de
una sociedad patriarcal e intolerante. Todas ellas, cualidades humanas
que son fuente de las mayores desgracias de la humanidad.
Y si
son cualidades humanas las que están detrás de tan graves injusticias
sociales y ambientales, ¿no cabría esperar que las cualidades opuestas
cambiasen el paso de este mundo?
Si la tolerancia es fuente de
progreso, también puede ser fuente de injusticia, pues todos y todas, en
nuestro entorno, presenciamos y sufrimos, con cierta tolerancia, la
corrupción, la codicia, los prejuicios y muchos otras cualidades poco
virtuosas propias de nosotros mismos y de aquellos que comparten nuestra
existencia. Testigos mudos de las micro-plagas humanas que asolan globalmente
nuestro mundo.
Así pues, ¿no deberíamos aplicar a nuestro entorno
una intolerancia racional y crítica? Intolerancia hacia la codicia, los
prejuicios, los miedos, las costumbres, el patriarcado y el fanatismo.
Una intolerancia combativa, militante, pacífica, comprometida,
solidaria.
La indignación nació en la Primavera Árabe, reclamando
justicia, democracia y libertad. La intolerancia racional y pacífica
supondrá un cambio en nuestra escala de valores, aplicada a cada paso en
nuestra vida cotidiana, en pro de una sociedad mas justa e igualitaria.
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Cristianos ortodoxos celebran la Pascua en un servicio nocturno en St Georges Church Bahir Dar, Etiopía © Guy Oliver / IRIN |
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