viernes, 28 de junio de 2013

Que no nos parezcamos al Hombre


¿Se puede vencer el sentimiento de impotencia y aislamiento mediante la lucha contra el poder que nos oprime? ¿O es esta sólo una forma de atraer más dolor a nuestra existencia?

Si del poder ya sólo podemos esperar angustia o frustración, ¿por qué anhelar un cambio del mismo?
En otras palabras, el poder, lo ostente quien lo ostente, es una relación de dominación-sumisión cada vez más abstrusa en beneficio de una plutocracia. ¿Esperamos acaso un poder benevolente, incorruptible, bajo control democrático y sometido la soberanía del pueblo?


Se diría entonces que frente a la distopía del capitalismo y de los gobiernos corporativos encontramos la utopía de la revolución que subvierta el poder establecido. Una lucha sin fin de poderes en la que el sometido se vuelve dominante y el dominante se vuelve sometido. La lucha necesaria y eterna por la libertad.
"Y recordad también que en la lucha contra el Hombre, no debemos llegar a parecemos a él. Aun cuando lo hayáis vencido, no adoptéis sus vicios."
Rebelión en la granja - George Orwell (1903 - 1950)

Bajo el estandarte de la libertad y la democracia no hay más que relaciones de poder, mientras que las cadenas del capitalismo que ciñen a los oprimidos son cada vez más sutiles a la vez que intrincadas.


© QUINO
Así que antes que romper las cadenas externas es preciso que triunfe la revolución individual del ser humano, aquella que rompe con sus cadenas internas para liberarle de la angustia, de la frustración, de la impotencia  y de la soledad, permitiéndole expandirse a través de la cultura, el conocimiento mutuo, la empatía, la solidaridad, el amor y la comunión con la Naturaleza.

Cuando esto ocurra, cuando no hayan barreras internas, impuestas por el sistema o auto-impuestas por el propio individuo, no quedarán cadenas externas capaces de someter a ningún ser humano. Entonces y sólo entonces hablaremos de auténtica libertad.


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