jueves, 8 de septiembre de 2011

La próxima revolución

(EN)

"Los hombres hacen daño o por miedo o por odio."
El Príncipe.

Niccolò Machiavelli (1469 - 1527)

Cuando nos llegan noticias de la detención y tortura de menores palestinos por el ejército de Israel.

Cuando nos llegan noticias de la tortura y muerte de menores a m
anos de los servicios secretos y del ejército de Siria.
Cuando nos llegan noticias de menores violados y asesinados en la RD del Congo por milicias armadas.

Cuando nos llegan noticias de menores iraquíes asesinados por tropas americanas durante el asalto a una vivienda.

Cuando nos llegan noticias de bombardeos indiscriminados sobre población civil.


Un niño practica con sus prótesis en el centro ortopédico del CICR en Kabul, octubre de 2010
© Kate Holt / IRIN

¿Qué pensamos?

Intentamos buscar respuestas a unos hechos que nos estremecen. ¿Qué lleva a un ser humano a cometer semejantes atrocidades?
No hay respuesta racional, sólo la espiral del odio y el abismo del temor pueden explicar conductas humanas tan deleznables. Sentimientos irracionales que dominan las acciones de quienes los padecen.

Cuánto odio y cuánto miedo son necesarios para torturar y asesinar a un niño. Para atarle sus manos y disparar a su cabeza. Para violar a una niña en presencia de sus padres y hermanos.
Imposible de explicar. Imposible de entender para quién nunca lo ha sentido. Actos que no pueden quedar impunes.

Cuando un niño o una niña inocente se convierte en un enemigo, la pregunta no es por qué un soldado o un mercenario es capaz de torturarle y asesinarle sin piedad. La pregunta es: cómo influyen los prejuicios y la propaganda en alimentar y amplificar el odio de un pueblo a otro. Por qué los temores infundados y las amenazas inexistentes son un medio poderoso que tienen los gobiernos para convencer a la opinión pública de la ineludible misión de un pueblo. Cómo el desarraigo y el miedo de los niños reclutados contra su voluntad como niños soldado consiguen que se conviertan en monstruos.


La espiral de odio no tiene fin, y el miedo es un negro abismo de profundidades insondables. La lucha contra la violencia empieza en cada uno de nosotros, venciendo nuestros prejuicios, no dejándonos arrastrar por la propaganda, siendo críticos con nuestros gobiernos, y sobre todo, perdonando.

A lo largo de la historia hemos vivido numerosas revoluciones, quizá, la próxima revolución por llegar, también la más necesitada, es la revolución que nace en cada individuo para dotarle de una mayor conciencia social y emocional.



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