Existe un lugar común donde habitan los peores sentimientos, lejos de
principios éticos y morales, patria de arribistas sin conciencia.
Alojados en su miseria, conviven la riqueza y la pobreza, unos en su
mezquindad y otros en su infortunio. Un lugar inerte y desalmado en el
que la inteligencia humana, libre de toda conciencia, se convierte en
depredadora de la dignidad, las oportunidades y las esperanzas de los
oprimidos.
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© Siegfried Modola/IRIN |
Seres humanos descarnados y desalmados lo habitan, sus
crímenes impunes, su corazón petrificado.
Millones les contemplan, testigos mudos de su barbarie, sin apenas darse cuenta que su silencio cómplice, su ajetreada existencia apasionada por banales ocupaciones, no son más que un signo inequívoco de su progresiva deshumanización.
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© Manoocher Deghati/IRIN |
Ese lugar común de la riqueza y la pobreza es la codicia. Una humanidad pétrea se adentra en él, convirtiendo este mundo en un erial pedregoso. Sólo la cultura y la educación como fuentes del verdadero progreso social conseguirán evitar la paulatina desertización humana.
"La Geología había perdido una piedra, y la sociedad había ganado un hombre."
Marianela
Benito Pérez Galdós (1843 -1920)
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