miércoles, 16 de febrero de 2011

Los adjetivos de la crisis






© Franco Pagetti/VII


(EN)

Los medios de comunicación abundan en adjetivos a la hora de hablar de una crisis. Crisis financiera, crisis alimentaria, crisis política internacional...


Todo ello aderezado con macro-cifras que nos abruman con sólo leerlas: 44 millones de personas en el mundo en situación de pobreza extrema por el encarecimiento de los precios de los alimentos desde Junio de 2010, lo que califican como crisis alimentaria mundial.


Estas crónicas asépticas vienen avaladas por sesudos informes del Banco Mundial, la FAO y diversas organizaciones, a propósito de los cuales se derivan otros densos artículos firmados por prestigiosos economistas que analizan milimétricamente los diferentes factores que influyen en el desarrollo de la crisis y predicen sus posibles consecuencias.

Hasta ahora, opinión y debate.


Si nos centramos en la definición de la palabra crisis, la primera acepción que aparece en el diccionario es:

"Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente.
"

Nuestro paciente es este mundo global que habitamos, en que las diferentes crisis se extienden por todos los países, quedando unos más expuestos que otros a sus perniciosos efectos. Como un virus que se ceba y mata a los más débiles.


Las crisis globales que estamos sufriendo en los últimos años no son situaciones sobrevenidas de las que nadie, o sea el enfermo, tiene responsabilidad; aunque si se contagian igual que una enfermedad infecciosa por lo largo y ancho del Planeta.

El único elemento que no podemos controlar en una crisis alimentaria, aunque sí a largo plazo contribuir a su mejora y estabilización, es el factor climático, que tiene una incidencia directa en las cosechas.


De resto, nos enfrentamos a gobiernos con nefastas políticas económicas con carácter electoralista y que benefician a los grupos de presión que financian sus campañas electorales. Gobiernos que aumentan la presión fiscal para rescatar países endeudados que ponen en peligro al resto de bancos nacionales. Gobiernos que acumulan reservas de alimentos con carácter puramente especulativo. Gobiernos corruptos capaces de mantener la hambruna en sus países para mantener los beneficios de las empresas productoras que controlan en los mercados locales. Organismos reguladores que durante años han aplicado la política de "laissez-faire" a bancos de inversión con las consecuencias que ya todos conocemos. Bancos rescatados con fondos públicos que reparten generosos dividendos a sus accionistas, e indecentes bonus a sus altos directivos. Tratados de libre comercio que sólo asfixian a los países más pobres.

Se trata de un sistema pervertido que sólo aumenta la brecha existente en la redistribución de la riqueza.


Me anima saber que la definición de crisis contempla un cambio brusco
en el curso de una enfermedad para mejorarse el paciente.

Cualquier crisis la entiendo como una oportunidad de mejora, pero este cambio no va a llegar de la mano de los poderosos que controlan el sistema, ya que sus intereses están por encima de los del resto de la humanidad, sino de todos aquellos que tenemos recursos suficientes para alentar un cambio, aquellos a los que nos duele saber que 44 millones de personas están en situación de pobreza extrema.

No necesito contar 44 millones de personas para actuar, es una cifra demasiado grande para mí. Me basta con saber que un niño o niña muere en este mismo instante porque su nutrición es insuficiente.


Pincha este enlace y firma la petición para cambiar la historia de la desnutrición infantil.

Artículo 24.2.c) de la Convención sobre los Derechos del Niño¹:

Los Estados Partes adoptarán las medidas apropiadas para:


c) Combatir las enfermedades y la malnutrición en el marco de la atención primaria de la salud mediante, entre otras cosas, la aplicación de la tecnología disponible y el suministro de
alimentos nutritivos adecuados y agua potable salubre, teniendo en cuenta los peligros y riesgos de contaminación del medio ambiente;


¹Esta Convención ha sido ratificada por todos los miembros de la ONU a excepción de Somalia y USA.



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